vendredi, février 19

Mi amigo Quique.

Hoy os voy a hablar de mi tumor cerebral. Es un triste ocupa que se las daba de listo y acabó desterrado de todo el mundo sin lugar mejor para vivir que mi cabeza, plagada de viejas excusas con su nombre. Se construyó una gran mansión en el lóbulo izquierdo por la que le encanta pasearse a sus anchas, sobretodo con sus miles de zapatos de tacón. Toc Toc TOC. Tiene una gran terraza con vista periférica al exterior en la que se pasa las horas con su taza de café anhelando una vida mejor, tal vez como folleto de descuentos. Y en el lóbulo contrario construyó un gimnasio para fortalecerse silenciosamente. Me ha dicho que se llama Quique (un nombre bastante...) y por lo que sé, se ha bebido muchos actimeles a lo largo de su vida, asi que ahora es inmune a mis ataques. Aun así, tiene arranques de bondad y me avisa cuando necesito dormir, pero luego se pone a hablar, hablar, hablar y no me deja. Porque como buen amante de las grandes ciudades que es, le encanta sobremanera la mala vida y gritar. Eso si, le gustan casi tanto los rizos como a mi, tanto tanto, que se queda dormido en sus brazos.
Quiero que te mueras.

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