
Despertó. Maniatada a la cama. Sí, un tópico, pero qué excitante. Ni siquiera conocía su nombre. Sus lágrimas me eran desconocidas. Mis gotas de vida a cambio de su sufrimiento. El alambre de espino que ataba cada uno de sus pies a un extremo de la cama era resistente, y su lucha por liberarse hacía que se le clavase hondo en los tobillos. Sangre y gritos. Qué explosiva combinación. Le esperaba un incesante dolor. Una a una, todas sus uñas caían al suelo. Y lo mismo con el pelo. Mechón a mechón, sollozo a sollozo. Semejante desastre que tendría que barrer. ¿Crees en Dios? ¡Pues hagámoste Dios! Clavos en pies y manos, y espinas en tu delicada frente. Preciosa dentadura, menudo desperdicio. Ya no podía articular palabra. Solo gemidos. Gemidos de mi excitación. Pero no, no dejaría que mi juego se quedara sin pilas, aún...


babababaBABA!!
RépondreSupprimer8F
OH SI..
RépondreSupprimerRealmente sabes que carezco de palabras con las cuales describir tal conflicto entre la sangre y el desamor, pero sinceramente...me quedo con tu termino medio, ese gore que tanto me satisface..:P
...mierda, voy palote.
RépondreSupprimer