Son las 7:30 de una tarde de primavera fetén
Hola, Teresa. Soy el “cosladeño” que te llamó por teléfono el otro día. A lo mejor piensas que soy una cara dura o un jeta, pero qué va. La verdad es que soy un cortadillo: me da mucho apuro escribirte, y sudé tinta china para llamarte por teléfono.
¿Y por qué lo hice? Tú no sé qué pensarás, pero la verdad es que lo hice simplemente porque hacía tiempo que me apetecía saber de ti.
Voy a tratar de recordarte quién era yo, cuando estabas con tus tíos. Pues yo era el chico feo que bajaba a emborracharse de café (es uno de mis vicios; el otro es el arroz a la cubana) con el suegro de tu prima Tere. Yo iba con un casco blanco (soy el aparejador de la obra de al lado, la “Pilarica”) y el suegro en cuestión iba con otro, amarillo.
Supongo que seguirás sin tener pajolera idea de quién soy. Físicamente soy, a parte de un desastre, de mediana estatura (o sea, bajo), rubillo (castaño), no demasiado feo (digamos resultón), un crío (30 años), y algo listillo (bueno, eso sin comentarios).
Era también el que se sentaba al final de la barra, mientras Jarilla –el suegro, que por cierto también es el encargado de la tal obra- jugaba a la máquina esa de echar duros. Y mientras él se gastaba los cuartos, y tu tío Lucio te hacía trabajar como una esclava etíope, yo me quedaba mirándote como un tonto. No por nada, sino porque simplemente lo debo ser. Y lo debo ser entre otras cosas por escribirte una carta que sé que no tiene contestación. Pero, ¿sabes?, me apetecía que supieras de mi existencia, aunque sólo sea como algo anecdótico y curioso.
Espero que cuando vengas este año a examinarte, te meriendes por fin la oposición; hay rumores de que este año no sólo la vas a aprobar, sino además de que vas a quedar entre las tres primeras. Vamos, por lo menos eso es lo que dijeron por la tele el otro día. Así que aunque bajes tu ritmo de estudio, no pasa nada, porque ya ves que tienes la plaza concedida.
Ah!, y espero también cuando vengas, volver a verte, aunque sólo sea un momentito para que recuerdes quién era yo.
Te podía contar muchas más cosas (muchos más cotilleos), pero no quiero cansarte ni aburrirte.
Que no estudies tanto y que te lo pases fenomenal. Hasta siempre.
Carlos.
Resulta curioso, después de leer estas cosas, ver que al final se llevó el gato al agua (o a la guapa de tu madre) y luego viniste tú y todo lo que vino contigo.
RépondreSupprimerMás que curioso, excepcional.
Y se está perdiendo la buena costumbre de escribir cartas, yo las voy a exigir a partir de ahora, ja!
voy a empezar a escribite cartes neña, komo me ha molado leer esto
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